domingo, 1 de mayo de 2016

campaña sobre campaña...



Hace poco más de un año titulé mi columna “el año del ilusionismo”. Se concatenaban varios procesos electorales y los votantes íbamos a ser mimados, agasajados con promesas de cambio y advertidos contra las hordas indignadas que emergían del magma social para representarnos “dignamente” entre las élites de la política. La desafección contra el establishment era tal que se auguraba una revolución pacífica pero contundente. Había que dar volquete al sistema representativo tradicional de partidos políticos y permutarlo por movimientos sociales más en contacto con la epidermis de los ciudadanos, de sus problemas, de sus inquietudes y de sus deseos. Se celebraron las elecciones municipales en todos los ayuntamientos, y autonómicas en algunas comunidades, pero el gran caballo de batalla se planteaba en las generales. Había quien quería directamente conquistar el Cielo porque había que cambiar la vida sobre la tierra. Una conquista, por cierto, que Alicia lograba atravesando un espejo que al otro lado ocultaba el “país de las maravillas”. Todo iba a ser magia democrática frente a la caspa de la casta.
Visto con perspectiva, todo me suena a un sonsonete navideño que dice algo parecido a “campaña sobre campaña y sobre campaña una”. Ahora tenemos un espectro político más plural, el paisanaje urbano del Congreso se ha diversificado y los protocolos políticos han cambiado. Todos han prometido y prometen que seguirán prometiendo. Todos han sido y serán transversales y pactistas porque la situación lo requiere. O al menos eso nos dicen a nosotros. Lo que ignoramos es lo que se dicen entre ellos. Pero el resultado es volver a votar para ver si alguno gana por aburrimiento. Total, vuelta a empezar como el sonsonete navideño.
Siento la sensación de que la última fiesta de la democracia, como la llaman algunos pomposamente, las elecciones generales, se han convertido en un duelo para los votantes. La fiesta se ha ido por el sumidero de las soberbias, y con ella todos los votos de los ciudadanos.
Sólo les pido que no mezclen la literatura con la política. Lo de Alicia era fantasía. Si nos quieren contar en la nueva campaña un cuento mágico que hagan las oportunas advertencias. La vida real comienza cuando sales del circo.

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