sábado, 3 de noviembre de 2012

democracia distributiva

EN los últimos dos meses llevamos ya tres procesos electorales autonómicos, ademas de las ge- nerales que se celebraron hace un año con una participacion de casi veinticinco millones de personas, al margen de cual fuera su sentido del voto. Y así sucesivamente durante unas cuantas legislaturas. Parece la esencia de la democracia participativa, la fidelidad al espíritu de un hombre un voto. Lo que no entiendo es que el resultado de la suma de todas esas voluntades, aunque sean contrapuestas, no se aproxime ni por casualidad a la intención de los votantes. Porque es evidente que nadie esta de acuerdo con lo que esta pasando. Ni los ciudadanos que votan, ni los políticos que administran a los ciudadanos, ni los banqueros que administran a los políticos y saquean el presente y el futuro de los ciudadanos. Es decir, no está de acuerdo ni Dios. Perdón...ni la Iglesia. Bueno, quizá algún perverso social y ese ectoplasma que llaman finanzas, que no tiene rostro ni alma, pero si un apetito voraz. ¿Que sucede entonces desde que se inicia el ritual de la democracia participativa para que cada voto unido a los demas acaben en un archivo corrupto que aborte el fin ultimo de la justicia distributiva? Debe ser un proceso de alquimia muy sofisticado y complejo porque realmente no lo entiende nadie. ¿Que queda en todo esto de aquella forma de gobierno qie inventaron los griegos clasicos, porque los de ahora no estan para inventos, y que tuvo su perfeccionamiento en la era moderna al añadirle los principios de libertad, igualdad y fraternidad? Lo que más me cuesta admitir es que los peones, los aparejadores, los arquitectos y los ingenieros de esa construcción son las personas. Los que padecen la situación, los que la lamentan, los que la aprovechan, y los que la provocan, son las personas. Pero sucede que todos hablan del mal como sí viniera de Marte y no tuvieran nada que ver en su génesis. Tamaña desafección me tiene abrumado. Yo entiendo que la gran mayoría son inocentes, en el sentido jurídico, y más inocentes aún desde el punto de vista de la candidez. Pero otros no, por mucho que se empeñen en interpretar a Pilatos en version libre. Creo que es más bien una cuestión de valores, tanto el comportamiento de unos como de otros. Los unos votan en función de unos valores que propugnan la óptima gestión de los recursos para una mayor cohesión social, solidaria y justa, mientras a otros les animan los valores mercantiles que pueden ser de todo menos solidarios. Es lo que tiene la polisemia, que amparados en los mismos valores unos tratan de gobernar personas y a los otros solo les anima la gestión y acumulación del dinero. A ver si las nuevas corrientes filosóficas amplían el principio de de- mocracia participativa dándole una finalidad de democracia distributiva.

miércoles, 1 de agosto de 2012

la escuela Pinocho

TENGO un amigo que utiliza una técnica de análisis de la realidad que te permite conocer el futuro con una exactitud del 100%. Y no se llama Rapel ni pontifica a las dos de la madrugada en ninguna telebasura para sacarles los cuartos a atribulados ciudadanos a los que prometen premios de lotería seguros o próximos lances amorosos que hagan cambiar su vida. Se llama simplemente Javier. Pero tiene la costumbre de leerse todos los días los periódicos con mucha parsimonia. No se salta un solo día. Está jubilado y no tiene prisa. Aunque la consecuencia es que se le van acumulando y lleva ya tres meses de retraso. Pero esto no le agobia porque sigue sin tener prisa. De hecho, en sus lecturas, la prima de riesgo va por los 320 puntos y el escándalo en la clase política es mayúsculo, aunque dicen tenerlo todo controlado. Javi lee sin sobresaltos, nada le sorprende, y de vez en cuando esboza una beatífica sonrisa. Es un gesto espontáneo de misericordia con la audacia de los ignorantes. Levanta la vista y se abstrae unos instantes de la lectura para centrarse en la realidad. Piensa en las grandes corrientes filosóficas, en los grandes teóricos del comportamiento de los mercados y las finanzas, en las escuelas de macroeconomía y en la aportación de todos ellos al saber y al conocimiento. Una ingente literatura para transmitir conocimientos a los más espabilados, a aquellos destinados a regir los destinos de los demás. Los alumnos aventajados. Vamos... los que mandan. Pero él, como todos los jubilados, tiene sus lapsus de retorno fugaz a la infancia, que en el fondo es el origen de todo, de lo bueno y de lo malo. Ha llegado a una edad en la que hay más futuro rebobinando el pasado que oteando el horizonte. Observa de nuevo los diarios apilados, los que le faltan por leer para conocer lo que viene después de que la prima haya alcanzado los 320 puntos y esté “todo controlado”, y piensa en la escuela que creó Pinocho. Esa que acaba con final feliz, como casi todo en la infancia. Menos mal que nunca se escribió una segunda parte en la que Pinocho se hiciera adulto. Seguramente hubiera vuelto a utilizar la mentira como mejor recurso para eludir la realidad, pero esta vez sin hada madrina que recompusiera su nariz. Imagínense el tamaño que alcanzaría, de día en día, como la prima de riesgo. Pero Pinocho se quedó en la infancia con los niños de antes. Esos que sí crecieron y nos gobiernan ahora protagonizando la segunda parte del cuento universal. Javi tiene conocimiento de causa y periódicos atrasados para certificarlo.

viernes, 1 de junio de 2012

"créditos" sociales

EN estos tiempos de crisis es cuando mejor se revelan las esencias de las personas, cuando la radiografía social refleja certeramente lo que somos. Sin boatos ni loas, sin celofán de diseño. Es cuando el ectoplasma no logra despistar la realidad de quien lo proyecta. Se ha escrito mucho sobre si lo que decimos es consecuente con lo que hacemos, y viceversa. Pero no es más que literatura voluntariosa que aporta lo que puede sin centrarse en lo que debe. Al final es la penuria, la miseria moral asociada a la deriva económica la que pone en crisis los valores que predicamos. Todos nos volvemos un poco traslúcidos a los ojos de los demás y hacemos buena la frase que John Le Carré acuñó en La casa Rusia: “Ningún hombre está a la altura de su retórica”. Hay excepciones que no confirman más que eso, que son excepciones. Aunque cada uno nos consideramos vocacionalmente “la excepción”. Todos guardamos celosamente en el zurrón media docena de buenas acciones que al recordarlas nos reconfortan y nos reconcilian con nosotros mismos. Las hemos aireado en múltiples ocasiones, como quien se ve obligado por el contexto, siempre que se ha presentado la oportunidad. Pero nunca hemos narrado a nadie nuestras omisiones. Esas enturbiarían nuestro discurso y es- parcirían la duda en nuestros interlocutores. Pues muy a nuestro pesar estamos muchísimo más cargados de omisiones que de buenas obras. Aquí no pasa como en los modernos sistemas de enseñanza en los que trescientos “créditos” son suficientes para obtener una diplomatura o una licenciatura o... como rayos se llame ahora! Esta es la carrera de la vida. El que crea que ya tiene los “créditos sociales” necesarios para vivir en la autocomplacencia debería escrutar su entorno. El que aflora y el que permanece oculto, un entorno en el que el drama social es tangible y se ceba además en los más débiles: Más de dos millones de niños del Estado español viven en hogares por debajo del umbral de la pobreza. Son datos aportados hace unos días por UNICEF y avalados por los datos del Instituto Nacional de Estadística. ¿Quién se hace cargo de esos “créditos” que hemos generado entre todos? Yo desde luego no cuento con la banca ni con las finanzas por- que ni les conozco ni me interesa. Y si me los encuentro podría llegar incluso a ser violento. Con lo que cuento es con que todos y cada uno de nosotros dejemos de considerarnos “la excepción” y actuemos en la medida de nuestras posibilidades sin buscar fórmulas mágicas ni líderes espirituales. Sin retórica, sea nuestra o ajena, que nos supere. Estando simplemente a nuestra altura.

viernes, 2 de marzo de 2012

el reposo del parado




HACE poco ha salido de la cárcel el preso que más años llevaba recluido en las prisiones españolas. La friolera de treinta años y sin delitos de sangre. Por lo visto la condena se le ha ido alargando como un chicle por los sucesivos intentos de fuga que ha protagonizado a lo largo de su dilatada carrera delictiva. Aunque querer escaparse, a decir verdad, me parece algo consustancial a alguien que está encerrado. Que la sociedad considere que merece ese castigo es una cosa, y que el que está preso quiere la libertad es otra.
Pero lo más curioso del caso es que a este tipo le ha dado tiempo a todo. Desde que desertó del servicio militar e inició ese peregrinaje de centro penitenciario en centro penitenciario ha tenido mujer y dos hijas y, a pesar de sus esporádicas escapadas, se ha ganado hasta el derecho a dos años de subsidio de desempleo. Eso sin contar que la notoriedad que ha alcanzado por el récord de reclusión le ha hecho merecedor de los focos mediáticos y, en consecuencia, del interés general de la ciudadanía. De lo contrario no se explica que quieran hacer una película sobre su vida y “milagros”. Ah! Evidentemente cobrará sus correspondientes derechos.
Tampoco es algo nuevo. La historia más reciente nos hace recordar el caso de “el vaquilla” y sus secuaces cuyas andanzas son más conocidas que las de Don Quijote, merced a la cantidad de celuloide que se ha gastado narrando sus vidas. “El Lute” fue otro best seller de consumo masivo por su forma de torear a las parejas de la Guardia Civil. Hasta que se “cayó” de un tren y apareció con toda la cara amoratada y las manos esposadas entre dos agentes con el tricornio calado casi hasta las cejas.
No sé por qué extraña razón este tipo de fenómenos proliferan siempre en épocas de crisis. En cualquier caso no deja de ser curioso que treinta años de reclusión con un curriculum delictivo te lleven a la fama, mientras treinta años de trabajo y esfuerzo te llevan al paro y al anonimato.
Una vez le oí decir a un recluso, que no sé a quién parafraseaba, que no conviene interrumpir el sueño de un preso porque puede estar soñando que es libre. Quizá tampoco convenga violentar el reposo de un parado porque puede estar soñando que es rico y famoso.
En conclusión, creo que no hay que despertar a nadie. Todo el mundo tiene derecho a soñar, y más en estos tiempos.

miércoles, 1 de febrero de 2012

globalización vulnerable

ESTO de la globalización y las nuevas tecnologías produce tal aceleración en nuestra vida y nuestros comportamientos que apenas nos queda tiempo para disfrutar de nuestra propia soledad. Tenemos a nuestros amigos y a nuestros enemigos a un toque de tecla. Y ellos a nosotros también. Todos somos un poco intrusos de todos e incapaces, por tanto, de administrar con el reposo preciso nuestras propias circunstancias vitales. Toda nuestra vida es permeable a las tormentas del ciberespacio sin que apenas podamos discriminar la lluvia con la que nos queremos refrescar del granizo que nos aporrea hasta magullarnos la intimidad.

Pero hay algunos hechos insólitos que merece la pena analizar, retrotraerse en el tiempo y, con perspectiva, extraer conclusiones. Las buenas y las malas. Porque como decía un ilustre pensador, las experiencias en sí mismas tienen un valor relativo; lo importante es saber qué hacer con ellas.
El primero de estos hecho se produjo hace unos meses con un fallo en unos servidores de Canadá que inhabilitaron durante varios días los servicios de correo electrónico de las blackberry en más de medio planeta. La zozobra y el caos comunicativo que generó este accidente entre millones de usuarios tuvo para algunos dimensiones apocalípticas. La compañía que tuvo el fallo es lo de menos. La conclusión importante es la vulnerabilidad del sistema y su afección en las relaciones interpersonales e, incluso, interempresariales.
Volver a los métodos tradicionales como el correo postal o la telefonía fija hubiera supuesto para algunos el retorno al pleistoceno tecnológico, época que los más jóvenes ni siquiera recuerdan.
Estos días hemos asistido al cierre, por imperativo legal, de “megaupload”. Un portal que concentraba el 7% del tráfico de la red. Este hecho, de por sí significativo, lo es más, si cabe, por los movimientos de protesta que ha generado en algunas de las webs de referencia en el ciberespacio, que interrumpieron sus servicios durante veinticuatro horas.
Es innegable que una sensación de orfandad colectiva en el acceso al conocimiento se apoderó de millones de usuarios. Afortunadamente el “cataclismo” fue intencionado y el servicio se restableció con normalidad en veinticuatro horas.
En definitiva, los dos hechos de referencia han hecho crujir algunos de los cimientos de la globalización con su correspondiente afección a las relaciones personales, tráfico comercial, acceso al conocimiento…
¿Qué pasaría en caso de apagón digital permanente? ¿Cómo lo hacíamos antes?
Quizá necesitemos el reposo preciso que da la soledad para poder administrar nuestras propias circunstancias vitales.

historia de una adopción

caminos sinuosos

Todos los caminos en la vida son sinuosos. No hay líneas rectas para avanzar porque los obstáculos surgen estratégicamente. La propia exis...