Que las fake news sean el alimento cotidiano en el mundo de la política es algo a lo que nos hemos habituado. No sabría decir si nos están haciendo tontos y nos lo creemos casi todo o si hemos desarrollado una capacidad crítica que nos hace inmunes. No veo nada clara esa frontera porque las manipulaciones son tan sibilinas que nos instalan casi siempre en la duda.
No es difícil rascar un poco en esos bulos y descubrir que tras esa manipulación hay unos intereses bastardos que pretenden manipular elecciones, servir a intereses comerciales o simplemente desprestigiar a rivales políticos, económicos o comerciales.
Parece que el “todo vale” se ha convertido en un modus operandi que las nuevas tecnologías convierten en una auténtica pandemia. Es cierto que allá donde ha habido poder siempre ha habido intrigas, conspiraciones y manipulaciones amparadas en muchos casos en “la razón de estado”, ese eufemismo en el que cabe lo más perverso y exento de ética que nos podamos imaginar. Algo que el universo internet ha globalizado hasta el punto de que desde cualquier punto del planeta se puede manipular a los habitantes del polo opuesto sólo con las redes sociales.
Hasta aquí todo parece que obedece a unos intereses miserables pero aceptados ya como parte de las reglas del juego. De hecho, las grandes batallas políticas y comerciales ya no tienen otro escenario que el ciberespacio. Aunque el átomo de todo ese “juego perverso” sigue siendo la mentira, esas fake news que han llegado para quedarse. Hasta el punto de que al amparo de estas formas de actuar han florecido ya multitud de empresas que se dedican a detectarlas y denunciarlas. Los espías ahora son virtuales y mucho más eficaces.
Todo este mundo obedece siempre a unos intereses espurios, pero lo que no veo nada claro es la intencionalidad en lo que está sucediendo estos días con el coronavirus. Es evidente que el interés mundial se centra en controlar la expansión de ese virus maligno y buscar una vacuna efectiva. Por qué entonces proliferan las fake news que boicotean los canales oficiales y multiplican la alarma entre la población hasta el punto de que la Organización Mundial de la Salud tenga que habilitar un espacio en su web para denunciar estas mentiras. ¿Cuál es el interés que subyace detrás de todo esto? Sinceramente, o se me escapa o es obra de dementes.
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