No me considero nada mojigato ni
conservador ni mucho menos reaccionario. Mi tendencia es justo la contraria en
muchos aspectos de la vida, sin perder un ápice de respeto a los que no piensan
como yo. Pero creo que hay profesiones que llevan las cosas a unos extremos que
me cuesta asumir. Y no me refiero a esas de nuevo cuño relacionadas con las
nuevas tecnologías y a muchas otras que están por inventar. Hablo de algo más
clásico, más relacionado con nuestra vida y nuestro ocio. Hablo del cine, el
teatro o, últimamente, las exitosas series de televisión.
Entiendo que un periodista se juegue la
vida en una guerra para narrar los hechos de primera mano. Entiendo el afán de
superación y de reto personal de los que se dedican al himalayismo. Entiendo
los chutes de adrenalina que tiene mucha gente asumiendo riesgos en una vida
aventurera al límite. Pero lo último que he leído estos días me ha dejado
francamente perplejo, aunque por lo visto no es nuevo a pesar de mi ignorancia
sobre su existencia.
Al parecer, según publica la revista Rolling Stones y recogen otros medios de comunicación,
la cadena HBO, a petición expresa de una de sus actrices, acaba de contratar a
“una coordinadora de intimidad” para algunas escenas de sexo. En principio la
noticia resulta un tanto peculiar. Lo que me ha dejado perplejo es que la tal
coordinadora ya ha trabajado asistiendo a esa actriz en algunas escenas de sexo
oral. La terapia consistió, según relatan los medios, en mantener una charla
con ella sobre sus preocupaciones antes de la escena y transmitírselas al
director, y posteriormente, durante el rodaje, le ofreció una almohadilla para
sus rodillas y spray
bucal y lubricante con sabor para utilizar
entre toma y toma.
¡Oiga! ¡Pero eso qué es! O yo soy
incapaz de captar los matices o alguien está haciendo algo que no quiere hacer.
No soy ningún iluso y sé que hay
películas comerciales con escenas de sexo explícito, al margen de las que se
dedican al género. No me molestan ni me preocupan siempre que los protagonistas
lo hagan por propia voluntad. A pesar de que hablamos de ficción. También hay
realitys en los que la gente quiere exhibir sus miserias. Pero que hagas lo que
no quieres por muy comecocos que te pongan de coordinadora para darle visos de pureza artística, eso
sólo tiene un nombre. Me reafirmo con fervor en el movimiento #MeToo.
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