jueves, 1 de diciembre de 2011

refundar el sistema

NO sé lo que está pasando en este ocaso de los dioses que está viviendo Europa y su “calidad de vida” pero me siento como el grupo de estudiantes de Viernes 13, a punto de ser descuartizado por una bestia malévola que no estaba invitada a la fiesta ni se le esperaba. Y lo peor de todo es que me temo que el final de este culebrón guardará similitudes con el film. Es decir, aquí no se salva ni dios.
Llevamos al menos dos años en pleno proceso de decantación de poderes entre las instituciones europeas y los gobiernos soberanos de Alemania y Francia. Hemos visto cómo los órganos comunes se replegaban mientras los dos motores de Europa desplegaban poderío como un pavo real en celo. Un tándem, por lo visto, destinado a rescatar las esencias de la unión monetaria frente a los perversos mercados empeñados en hundir a este Titanic del euro que hace aguas sobre todo por el Mediterraneo.
Al final, de la pareja, parece que sólo queda uno, es decir una. A la que nadie entiende muy bien pero se le permiten todas las licencias. De las instituciones europeas no se tiene ni noticia. De los gobiernos “soberanos” sólo quedan los restos porque tanto a las economías como a los políticos se los ha llevado la crisis. De la Unión Europea sólo queda el espíritu y de la zona euro sólo nos quedan incógnitas. Entre tanto, “nosecuantos” millones de ciudadanos de la UE asistimos impávidos y perplejos a esos trasiegos de palacio cuyos resultados no generan más que zozobra y pesadumbre. La última ocurrencia aireada por diarios alemanes es que el tándem de prevalencia germanófila está planteando a sus colegas galos una especie de pacto entre estados para implantar una mayor integración fiscal, pasándose así “por el forro” la opinión de las instituciones europeas y la de los 27 países que las integran. Y Van Rompuy y Barroso de gira por la estratosfera mientras se prepara el acta de defunción de la UE.
Pero lo que se cuece en la parte alta escuece, y mucho, entre los ciudadanos de a pié. Es cierto que hemos sido derrochones, que nos hemos endeudado hasta las cartolas y que lo que teníamos ha pasado a sus verdaderos dueños, a los bancos. Pero alguien habrá incentivado este desenfreno. Lo suyo sería compartir las consecuencias.
Pero no. Los beneficios han sido para unos pocos a los que además se les incentiva su buena gestión con bonus multimillonarios mientras las miserias se socializan. En definitiva, todo patas arriba. Ni la UE funciona ni los estados son soberanos. Aquí los verdaderos protagonistas son los mercados, son los que manejan la motosierra que nos va a descuartizar a todos. Creo que no sólo hay que refundar el sistema económico, sino también el político, el institucional, el sindical, el ciudadano y hasta el doméstico para evitar una segunda parte de Viernes 13 antes de que nos falle la memoria.

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