sábado, 1 de febrero de 2014

formas de viajar

ECHO de menos ese espíritu aventurero que hace ya muchos años era el principal estímulo para viajar. Porque conocer nuevos sitios está muy bien, pero ese viaje hacia el interior de uno mismo, tus posibilidades, tus reacciones ante lo desconocido, tu forma de afrontar los retos, de conversar con las gentes y de superar los trances más insospechados, superaba en riqueza la mayor parte de las veces al valor de lo descubierto.
A los hechos me remito. Cuando alguien cuenta sus experiencias aventureras dedica mucho más tiempo a las anécdotas personales y a las situaciones vividas que al marco en el que se desarrollan. Sin desdeñar el marco, desde luego. Pero creo que lo fundamental, al margen del destino, es viajar, vivir, huir de la rutina de uno mismo, reactivar la capacidad de sorpresa que vamos perdiendo y estimular nuestro instinto de supervivencia, aletargado por la planificación minuciosa y el pautado de cada uno de nuestros movimientos. Porque ahora, también al viajar, se lleva organizada hasta la media hora del bocadillo.
También he conocido gente que colecciona viajes. Enriquecen así su hoja de ruta, sus latas de fotos, y van guardando pequeños objetos como los billetes de los transportes públicos o los posavasos más pringosos, hasta sumar un pequeño tesoro de cada lugar. Todo ello bien clasificado y a mano, para poder mostrárselo a todas las visitas, a la mínima que se presente la ocasión. Es como hacer el camino de Santiago buscando más los sellos de los albergues que la mística de la experiencia. Que la tiene.
Antes era todo un enigma. La elección se hacía por cierta complicidad con alguna imagen percibida o la experiencia de algún compañero más adelantado. Ahora existen múltiples plataformas que generan tal inflación de destinos que la simple elección se convierte en una aventura en sí misma. Por eso me abruman los datos que se han publicado estos días sobre la Feria Internacional del Turismo (FITUR): Decenas de ministros… centenares de países… decenas de miles de profesionales… centenares de miles de twits… playas… monumentos… monumentales hoteles… macrofiestas…
¿Dónde está la magia del descubrimiento?
Creo que hay cosas domésticas y laborales que tienen que ser, y deben ser, planificadas. El orden y la organización ayudan sobremanera a facilitar las cosas, y sobre todo a que no se compliquen innecesariamente. Es cuando el tiempo se agota antes de empezar. Es el día a día. Pero hay paréntesis temporales no necesariamente sujetos a esas reglas. Y son las vacaciones. No sólo laborales, también personales y horarias. Por eso me gustan los mochileros.

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