miércoles, 1 de julio de 2020

las calles y las personas

Ahora tenemos un Plan de Transición a la “nueva normalidad”. Suena un poco extraño porque en el fondo no es otra cosa que acostumbrarnos a convivir con el virus, con una sanidad reforzada para hacer frente a la amenaza y todo el sistema productivo en marcha para que la economía recupere su pulsión social. Puede tener su propia lógica porque no se puede vivir eternamente confinados. Pero la que se plantea es una convivencia de alto riesgo. Para que surta efecto hay un factor clave cuyo comportamiento puede condicionar los resultados. Somos las personas.

No hay duda de que un refuerzo de la sanidad pública, con medios materiales y humanos, ofrecerá una buena trinchera para contener las avalanchas que vengan. El sistema productivo y sus trabajadores seguirán sin duda ninguna todas las normas de seguridad para evitar contagios. Contando además con que el teletrabajo se impondrá en los sectores de actividad en los que sea posible implantarlo. Ese será sin duda un signo de nueva normalidad adaptada a las experiencias de los últimos meses.

Pero el factor humano en las calles es casi tan peligroso como el virus para desbaratar los planes anteriores. Si a esto le unimos la movilidad de los meses estivales, además del tiempo, que permite hacer la vida en las calles, podemos romper el equilibrio de los tres factores claves de la “nueva normalidad”. Porque muchos de los comportamientos que vemos en nuestras ciudades y pueblos representan la “normalidad” de hace unos meses sin tener en cuenta que esta es “nueva”, por razones obvias. Y no hace falta recurrir a ciudadanos anónimos para constatar que hay comportamientos insolidarios, temerarios e indeseables. Los tenemos en presidentes de gobiernos y grandes figuras del deporte mundial que predican justo lo que no hay que hacer.

Veo muy complicado regular por decreto esos comportamientos, visto que las llamadas a actuar con responsabilidad no surten los efectos deseados. Pero confío en que el ejemplo que den la mayoría de las personas provoque también un efecto contagio que vaya neutralizando a esos descerebrados. Si nos lo tomamos en serio esta vacuna podría llegar antes que la del Coronavirus, y contribuir a que todos los elementos claves de la nueva normalicen actúen en sintonía.

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