miércoles, 2 de noviembre de 2016

juego de tronos



No soy un prototipo de telespectador ni un seguidor de series famosas por muchas multimillonarias audiencias que tengan. Evidentemente no hago bandera de ello porque creo que es una cuestión de dejadez por mi parte y de tener jerarquizadas mis prioridades hacia algo más terrenal. Tampoco critico a quienes las siguen. Pero sí soy lector empedernido de los medios de comunicación, desde la portada, deteniéndome especialmente en las páginas de política, hasta la última página.  Estos días me he encontrado con que se están rodando algunos planos de una  de esas series que bate records de audiencias y levantan pasiones entre sus seguidores. Y no me he podido sustraer a la curiosidad de preguntar en qué consiste eso de “Juego de tronos”. Los pocos que en mi entorno han visto algunos capítulos me relatan que se desarrolla en un país y en un reino imaginario donde las intrigas palaciegas se mezclan con paisajes idílicos, traiciones, sexo y muerte de algunos protagonistas para dar entrada a nuevos personajes. Algo que parece apasionante. Pero no me parece que en este caso la ficción supere a la realidad. Aquí, en un país real, en el último año hemos asistido a la primera temporada de un “Juego de trolles” en el que el milagroso superviviente de una cascada de corrupciones ha perdido poder absoluto. Pero su tancredismo político le ha servido para que entre todos sus adversarios se haya desencadenado una virulenta lucha por el poder.  Aunque el ciudadano monaguillo le sigue fiel.
El llamado partido de la alternancia se ha desangrado de tanta puñalada por la espalda, abrazos fratricidas, ambiciones semi-ocultas y soberbias incontrolables. Ya no son alternativa ni de lo que eran
Los emergentes se han comido al de la izquierda de siempre y los dos que quedan se tiran ahora de los pelos en las redes sociales al grito de “la calle es mía”. Sólo es sano debate… dicen. Y no sabemos si las mareas son vivas o muertas dentro de ese mar de confusión. Lo único claro es que el Congreso de los Diputados les parece algo lúgubre y tedioso. No hay mucha marcha. Les gusta más La Moncloa.
¿Juego de tronos?...
Me quedo con nuestro juego de trolles. También lo podemos ver en las teles abiertas sentados cómodamente en el sofá. Eso sí que asusta.

historia de una adopción

caminos sinuosos

Todos los caminos en la vida son sinuosos. No hay líneas rectas para avanzar porque los obstáculos surgen estratégicamente. La propia exis...