No
soy un prototipo de telespectador ni un seguidor de series famosas por muchas
multimillonarias audiencias que tengan. Evidentemente no hago bandera de ello
porque creo que es una cuestión de dejadez por mi parte y de tener
jerarquizadas mis prioridades hacia algo más terrenal. Tampoco critico a
quienes las siguen. Pero sí soy lector empedernido de los medios de
comunicación, desde la portada, deteniéndome especialmente en las páginas de
política, hasta la última página. Estos
días me he encontrado con que se están rodando algunos planos de una de esas series que bate records de audiencias
y levantan pasiones entre sus seguidores. Y no me he podido sustraer a la
curiosidad de preguntar en qué consiste eso de “Juego de tronos”. Los pocos que
en mi entorno han visto algunos capítulos me relatan que se desarrolla en un
país y en un reino imaginario donde las intrigas palaciegas se mezclan con
paisajes idílicos, traiciones, sexo y muerte de algunos protagonistas para dar
entrada a nuevos personajes. Algo que parece apasionante. Pero no me parece que
en este caso la ficción supere a la realidad. Aquí, en un país real, en el
último año hemos asistido a la primera temporada de un “Juego de trolles” en el
que el milagroso superviviente de una cascada de corrupciones ha perdido poder
absoluto. Pero su tancredismo político le ha servido para que entre todos sus
adversarios se haya desencadenado una virulenta lucha por el poder. Aunque el ciudadano monaguillo le sigue fiel.
El
llamado partido de la alternancia se ha desangrado de tanta puñalada por la
espalda, abrazos fratricidas, ambiciones semi-ocultas y soberbias
incontrolables. Ya no son alternativa ni de lo que eran
Los
emergentes se han comido al de la izquierda de siempre y los dos que quedan se
tiran ahora de los pelos en las redes sociales al grito de “la calle es mía”. Sólo
es sano debate… dicen. Y no sabemos si las mareas son vivas o muertas dentro de
ese mar de confusión. Lo único claro es que el Congreso de los Diputados les
parece algo lúgubre y tedioso. No hay mucha marcha. Les gusta más La Moncloa.
¿Juego
de tronos?...
Me
quedo con nuestro juego de trolles. También lo podemos ver en las teles
abiertas sentados cómodamente en el sofá. Eso sí que asusta.