EMPIEZO a tener la sospecha de que estoy intelectualmente caducado porque
mi capacidad para entender los nuevos tiempos va mucho más lenta que los
acontecimientos. Sólo se me ocurren preguntas y no encuentro ninguna respuesta,
por mucho que busco en todos los mensajes que me llegan. Diría que estoy casi
abrumado. No sé si volverme voluble e irascible, protestar hasta la extenuación,
o diluirme, hacerme un hombre resumido, soluble entre tanto despropósito. Ésa
parece la tónica general aunque no la más aconsejable.
Esto es un suma y sigue. Ya tenemos nuevas elecciones con resultados
similares y los mismos actores. Eso sí, todos enrocados, cabreados y sordos.
Confío en que esta vez no lleguemos al mismo sitio. Aunque vistas las actitudes
y egocentrismos tampoco lo descarto. No quiero ni pensarlo. Otra vez... no.
Los ingleses se van de la Unión Europea pero los escoceses e irlandeses
quieren quedarse. Y hay partidos europeos que miran de reojo y con envidia. A
ver cómo lo arreglan los de la Gran Bretaña para seguir siéndolo. Mientras tanto
Bruselas quiere que se vayan cuanto antes y a eso les conmina con urgencia. Es
como un divorcio a tortas. No he visto una reacción más rápida y contundente en
toda la historia de la UE, acostumbrada a dilatar todos los procesos hasta que
se decantan por aburrimiento. Es lo que tiene la gran burocracia.
Los refugiados siguen tocando a la puerta. Pero nadie recibe porque hay
problemas familiares sobre si conviene abrir o poner una tranca para impedir
que entren. El Mediterráneo sigue siendo un vertedero humano a punto de colmatar
mientras el ISIS sigue su particular cruzada de matanzas ante los ojos
impertérritos del resto del mundo.
Los expresidentes españoles se van a mediar en los conflictos de otro continente
porque en éste no tienen ya predicamento. Y Dios nos libre de esos demiurgos
que no supieron hacer y ahora saben cómo se hace.
En fin, necesito un brexit de mí mismo, una
experiencia extracorpórea para analizarme objetivamente por qué todo me parece
tan raro o estudiar si soy yo quien tiene los valores subvertidos. Y no voy a
pedir segunda opinión porque ahora ya se opina cualquier cosa con vocación de
cátedra. Perdón por el desahogo.