Parece evidente, por lo que dicen los expertos, que se está produciendo
un cambio climático que afectará a muchos órdenes de la vida del planeta. El
agujero en la capa de ozono sigue aumentando, el calentamiento de la tierra
conlleva el deshielo de las zonas polares y la consecuente invasión por las
aguas de zonas terrestres hoy muy habitadas y en riesgo de desaparición. A
pesar de la velocidad a la que se está produciendo este fenómeno, los tiempos de
los que hablan los que saben nada tiene que ver con los tempus que manejamos
los humanos y que tienen más que ver con la duración de nuestra vida biológica
que con la permanencia de nuestra civilización.
Total, que el cambio climático augura grandes catástrofes naturales que
a la larga nos ponen en situación de alto riesgo.
Pero yo tengo una percepción que seguramente no entra en los parámetros
en los que se mueve la ciencia. Creo que se está produciendo también un cambio
de clima social que es más acelerado, casi galopante, y seguramente mucho más
letal para la especie humana que el derivado del clima.
A lo largo de toda la historia, desde que el hombre la comenzó a
escribir, e incluso mucho antes, las distintas civilizaciones han mantenido
numerosos conflictos que se han ido saldando por la razón de la fuerza y no por
la fuerza de la razón. Eran tiempos bélicos, malos tiempos para la lírica, que
se han ido prolongando hasta nuestros días. Pero casi siempre estaban
focalizados en una zona y en un contexto. Podía haber varios a la vez pero de
naturalezas muy diversas y divergentes en sus soluciones.
Las turbulencias sociales que estamos viviendo en los últimos años
amenazan con convertirse en la tormenta perfecta. Este fenómeno de la
globalización empieza a hastiarme un poco. No sé cómo un señor llamado Lehman
Brother, por decir uno, puede con sus decisiones sembrar la miseria y el caos
financiero en todo el Planeta, hacer que se tambaleen gobiernos y que economías
aparentemente sólidas acaben licuadas. Si le añadimos a esto la situación
prebélica global donde se cruzan más intereses que aspas tiene la rosa de los
vientos, donde todos se rearman contra todos, donde los aliados no saben si son
amigos o enemigos, no tenemos una capa de ozono perforada sino un agujero moral
de dimensiones descomunales. Mientras, millones de personas se hacinan en
cualquier frontera huyendo de esa globalización que no es sino la noria en la
que el ratoncillo trata de huir hacia ninguna parte.
El cambio climático ha dejado de preocuparme, como una artrosis que va a
más pero no mata. Me tiene mucho más en vilo la tormenta social que vivimos y
que, esa sí, puede tener consecuencias letales inmediatas.