DESESTIMADA señora Oriol. No tengo el disgusto de conocerla,
pero he tenido la desgracia de escuchar y leer lo que piensa sobre esos jóvenes
sin formación que “no valen para nada” y no son acreedores de que se les pague
un salario mínimo interprofesional, porque no producen como para ganárselo. Y además
se gastan ese dinero “invitando a las niñas” los fines de semana mientras los
jóvenes de su edad que sí estudian no se comen nada.
Dicho esto, ni siquiera me atrevo a preguntarme a mí mismo
lo que pensará usted de la Renta de Garantía de Ingresos o de las Ayudas de
Emergencia Social. Supongo que será una limosna de la que se puede prescindir.
Ya se les dan unas monedillas a la salida de misa los domingos. Porque contra
el riesgo de exclusión social quizá quiera rescatar también la “Ley de Vagos y
Maleantes”. Entretanto hay un montón de chalados por ahí que piden grandes
consensos sobre políticas sociales para evitar la marginalidad.
¡Ah! Es verdad que después ha rectificado diciendo que no
utilizó las expresiones adecuadas. Alguien de su entorno ha calculado la dimensión
de la boutade y le ha acercado el manual de lo que es políticamente
correcto decir ante la prensa. Y hasta ha pedido perdón “reconociendo” que
todas “todas las personas tienen dignidad y valía”. ¡Qué traicionero es el lenguaje!
Qué mal se comporta a la hora de expresar lo que uno quiere decir, que casi
siempre se asemeja a lo que uno piensa.
Pues mire usted, coincido en lo de la “dignidad y la valía”,
pero discrepo en lo de “todas las personas”. Creo que su puesta en escena se ha
cargado toda su dignidad, que en ningún caso va aparejada al poderío económico.
Y en cuanto a su valía, serán sus propios compañeros del Círculo de Empresarios
quienes tendrán que evaluarla a la hora de elegir a quien les represente. Particularmente les aconsejaría trasladarla a
la galería de arqueología industrial de cualquier museo, no como representativa
de un pasado esplendoroso sino como ejemplo de lo que no hay que repetir.
Señora Oriol, los derechos son los de las personas y sus
necesidades, no los del capital y sus intereses. ¿De qué lado está usted?