Parece que por fin el culto a la estética, la moda de tapar lo feo con envoltorio exuberante, comparte espacio vital con la belleza interior. Hemos debido llegar a la simbiosis de lo que debe ser y no era. Bilbao se ha transformado en las últimas décadas. Ha cambiado la herrumbre cimentada, gota a gota, por el sudor de varias generaciones de trabajadores de Euskalduna, por la belleza despampanante de un museo franquiciado y un palacio hiperactivo. Dos joyas que deslumbran y ejercen un efecto tractor como el de la estrella de Oriente con los pastores y los reales magos.
Después le tocará el turno a un centenario Zorrozaurre de ambiente salobre y edificaciones curtidas por la estiba y desestiba de millones de fardos impregnados con el salitre de los mares del norte. Cuando todo acabe, es posible que compita con la mismísima Brujas o la Petit France de Estrasburgo. Será por puentes…
Volvemos a mirar a una ría que antes teníamos a nuestra espalda. Bilbao no ha crecido pero se ha ido fundiendo gradualmente hasta dar brillantez a las zonas de penumbra que moteaban la ciudad. Ahora son espacios compartidos, abiertos y bellos. Ya no son la periferia, no son restos de industrias debilitadas hasta extinguirse por inanición. Son parte del centro, de la nueva epidermis, de la nueva estética administrada con criterios abiertos, heterodoxa y ecléctica. Hemos inventado donde no había.
Pero nos faltaba algo, una mirada introspectiva que licuara lo nuevo con lo sustantivo, que rescatara nuestra esencia de un letargo no deseado. Por fín hemos entrado en el corazón, en las entrañas. Hemos recuperado una Alhóndiga que llevaba años en barbecho. Y la hemos recuperado como casa pública que aportará “mercancías” no susceptibles de reventa, como producto genuino de consumo propio.
Ese solemne escenario en el que un día se trasegaba con algunos placeres del paladar será a partir de ahora un templo de ocio y cultura en pleno corazón de Bilbao.
Bilbao estaba necesitada de una catarsis que se inició con el teatro Campos, sigue con la Alhóndiga y confiamos en que seguirá con otros centros de la Villa, esos que son vitales para que el cuerpo pueda lucir, cuidar y ampliar su estética.
viernes, 16 de julio de 2010
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